domingo, agosto 1

Palmas en la estación

Cuando dos personas, tienen un interés mutuo y común, las palabras sobran. Cuando sólo una de esas personas tiene interés, las palabras se vuelven imprescindibles.
Me gustó Tachenko, a pesar de que se les 'olvidó' tocar 'Entrada de Artistas' o 'El Coche Real', se portaron con 'Amable', 'Nataciones', 'Mordekay' o 'Afganistán', y luego morralla del nuevo disco, que aunque mola, mi condición de modernete pedante me impide apreciarlo hasta que saquen uno nuevo. Y Madera nos había abandonado bien pronto. Aproveché el largo rato (media hora, cuarenta y cinco minutos, tres días... quién sabe) que Casero estuvo esperando por la 'cena' para satisfacer mis ya inútiles 'sugestiones', mis inválidos intentos de mantener la cabeza fría y pensar con claridad cuando tu nombre se contonea por mi cabeza con la soltura de un politoxicómano en un vagón de metro. Por eso me tumbaba en el práu, por eso sonreía con el Vinadé haciendo gala de cierto tufillo garrulo al soltar 'Puxasturies' nada más llegar, y qué maja la moza que echó un vistazo de nuestros enseres cuando se lo pedimos.

Acabó Tachenko, recogí, el otro me preguntó por qué y yo le respondí con un solemne 'Delorean es una puta mierda techno-modernete-indietex', haciendo un alarde de educación y savoir-faire en toda regla. Caminamos doscientos millones de quilómetros (sigo en guerra con las 'k') hasta la Estación de San Xuan de Nieva para darnos cuenta de que el tren no iba a salir hasta dentro de mucho, y decidimos dormir, justo el día en el que mi móvil había cesado funciones al 60%, justo el día en que mi único medio para escuchar música era el Spotify y quedarme sin batería en 1 hora. El día en el que Casero no cerró bien la litrona y mi mochila acabó dando lugar a un nuevo ecosistema, similar al Bayou norteamericano, pero con peor olor.

Caminamos hasta la plaza ¿central? de Salines, pedimos un taxi, pilotado por un taxista (hasta ahí normal) bakala, de unos 50 años, que hacía paradas esporádicas para vete tú a saber qué coime. Llegamos a la estación de autobuses de Avilés y conocimos a un encantador hombre de aproximadamente 60 años que posiblemente tuviera muchos menos de los que yo le echaba. Un hombre que, pese a su embriaguez y pocas luces, disparó... balbuceó un pequeño monólogo resumido en la frase final 'así que nun vos podéis quejar, de ná, que yo toi na puta calle, nun vos podéis quejar'. Toda esa magia entre lo senil y lo literato se perdió cuando comenzó el festival 'Canción Popular Asturiana para alcohólicos', en el que a mi camarada y a mí nos dio por acompañarle con palmas al simpático gentleman de los barrios bajos, y corear cada uno de sus denunciables piropos.

Finalmente, le pagamos el billete de bus a Uviéu. Si de mí dependiese, le haría presidente del gobierno.

2 comentários:

El Impenitente disse...

Yo sólo acepto la k cuando es griega, es decir, con la raíz kilo. O en nombres propios como en los de los pivots soviéticos que medían dos veinte y llevaban bigote.

Alex Maladroit disse...

La verdad es que 'Tachenco' no tiene tanta fuerza sin la 'K'.