quinta-feira, setembro 13

Del tiempo de las sensiblerías y la humedad ocular.



1.Acabo de terminar las veinticinco páginas (prólogo más veinticuatro) dedicadas al equipo de toda mi -corta- vida, y creo que os tendré que odiar hasta que salga la 'Panenka númberu doce'.

 2.Señaldá: sust. Sentimientu de tristura [que se tien pola falta o ausencia de daqué o de daquién]. Tengo señaldá de cuando neñu. 2 Miseria, falta de les coses más necesaries pa vivir. L’otru añu hubo un añu de señaldá.

Hicisteis que venciera a la pereza de acercarme al centro de la ciudad, hasta la tienda del equipo, para comprar la revista y de paso, probarme la nueva camiseta del Oviedín, zamarra que bien cumpliría el dicho de 'aunque la mona se vista de seda, mona se queda', donde la seda es el escudo y la mona... la mona es el trapo antiantropomorfo que nos han intentado colar. Probablemente casi causáis un accidente en una calle bastante concurrida de esa misma ciudad, al no poder separar la vista de vuestra portada, donde unos guaḥes (sí, con '', sería un gran detalle que si alguna vez escribís sobre David Villa, hicierais caso omiso a la letra 'j', pero eso ya es otra batalla) pintados de azul entrenaban en el Requexón: Siempre será un arguyu saber y saborear que los demás podrán ver lo nuestro, lo de nueso. Adulterásteis el tiempo, provocásteis que la, aproximadamente, hora y media que tardé en leer esas veinticinco páginas, pasaran volando, excepto por alguna pausa que tuve que hacer para secar mis cada vez más vidriosos ojos. Sí, empañásteis mis ojos, luché para no convertirme en un pusilánime y sensiblero 'supporter' de mi equipo, pero la página cuarenta y seis, el texto de Rafael J. Álvarez me venció, me hizo caer en el recuerdo (l'alcordanza amurnia y atistraya la coral) de aquel partido que perdimos contra el Arteixo, los cinco goles al Real Ávila, la injusta segunda amarilla a Curro contra el Caravaca que nos condenó a seguir en Tercera, el penal a Álex en el Tartiere contra el Mallorca B, las paradas de Nauzet contra la batería de munición antiaérea salida de las botas de los uvieínos, el golazo de Dani Hedrera en Son Moix, la parada de Aulestia en el mismo templo, la humillación de aquel delantero brasileño del Pontevedra en el Tartiere. El año pasado, cuando otra vez perdimos el tren a Segunda División. Las derrotas y victorias lloradas y celebradas con mi propia Susana, (llamémosla A.) en este momento, algo lejana en el tiempo.

Os odio porque me hicisteis llorar por sensiblerías dadas a luz entre papel y tinta. Me ahogásteis en señaldá.

Y os escribo para daros las gracias. Les gracies. Gracies fonderes.

PD: Bien sabéis que no somos el mejor equipo del mundo. Que nuestro referente siempre tendió más al Stoke City que al Milan de Sacchi. Incluso puede que hayamos ganado partidos con penales injustos, fueras de juego no pitados y goles con las zarpas. Que Onopko (guardo su firma como un tesoro) era un puerco y que Prosinecki un vago. Pero también conocéis que somos una legión incondicional, cegada por el amor al Oviedín, valiente en su mayoría (servidor no se atreve a acudir ni a ver muchos partidos por no morir en el intento, por no pasarlo mal) y decidida a volver. Volver como sea, aunque haya que arrastrar el escudo por los campos más lamentables de toda la Península.

quarta-feira, setembro 5

El grito y el final.

Sumando todo lo que te quise y todo lo que aún te quiero, daría resultado el número más terrorífico que mis ojos, acostumbrados al horror matemático, jamás habrían visto.